miércoles, 12 de junio de 2024

Dejen hacer, dejen pasar, el mundo silvestre va solo

La frase "Laissez faire" la habréis usado o escuchado alguna vez aplicada a la economía liberal (dejar hacer que el sistema económico se organiza solo) pero últimamente también me la he encontrado en los cursos de coaching, tan de moda actualmente, para definir uno de los estilos de liderazgo que permite a los subordinados organizarse con poca o nula supervisión. Todo esto parece muy tentador mientras que realmente la auto-regulación prevista se cumpla y mientras que existan mecanismos de corrección en el caso que se produzcan colapsos del sistema. Ya hay autores que piensan que estamos en colapso como consecuencia de la economía capitalista basada en el petróleo y el mercado financiero, con algunas advertencias para navegantes como la crisis de 2007. Por otro lado también hemos observado las debilidades del sistema al enfrentarse a crisis (¿no previstas?) como pandemias, migraciones o las consecuencias del cambio climático. En estas circunstancias curiosamente afloran otras superpotencias con economías más planificadas cuando no dirigidas directamente por el Estado ¿Qué tiene esto que ver con la ecología del fuego? Como sabéis algunos de vosotros, me gusta hablar de cuestiones que me inquietan y una de ellas es la tendencia europea a promover estrategias de amplio impacto político y social en áreas forestales como son la restauración ecológica de ecosistemas y el denominado "rewilding" o renaturalización. Ambas disciplinas son relativamente recientes en la literatura científica y personalmente me recuerdan a esta dicotomía económica entre socialdemocracia o neoliberalismo ¿cual es la mejor? ¿hay alguna mejor? ¿hay alternativas? ¿existe el peligro que irrumpa el ecofascismo al igual que lo está haciendo la ultraderecha ante el fracaso del sistema para dar alternativas a nuestros montes?

Adam Smith, padre del libre mercado y Dave Foreman, creador del término Rewilding

Confieso que no soy experto en ecología, ni siquiera en ecología del fuego, pero algo hemos aprendido del régimen de incendios y sus implicaciones a corto y largo plazo en muchos sistemas, así como los efectos recientes del Laissez faire que ha supuesto el abandono rural y la ausencia de políticas forestales en la conocida como paradoja de la extinción: tenemos menos incendios porque los detectamos y apagamos muy bien pero algunos de ellos no podemos extinguirlos y terminan siendo catastróficos para nuestros sistemas socioecológicos. Sin querer ser maniqueo a la hora de establecer paralelismos entre la restauración ecológica, el rewilding y la ausencia de intervención, debo decir que tras repasar algunos conceptos de estas disciplinas no es oro todo lo que reluce ni necesariamente una elección entre pastillas rojas y azules para despertar de un sueño utópico. Lo cierto es que tras 50 años de políticas conservacionistas basadas en la protección de espacios naturales que restringen usos y aprovechamientos esperando que el sistema se regule, en Europa entramos en la era de la restauración ecológica y los procesos de rewilding con jugosos fondos para ponerlos en marcha. Algunos compañeros como Víctor Resco (@rescodedios) ya vienen advirtiendo sobre esta deriva política basada en disciplinas científicas que no siempre tienen en cuenta aspectos forestales y sociales y la aparición de eventos de colapso del sistema como megaincendios que comprometen la viabilidad de los procesos que se pretendían recuperar.

En una conversación tuitera (o como se llame ahora tener una conversación en X), algunos compañeros (Eneko Arrondo @BIOEAF) me advirtieron sobre las diferencias y semejanzas entre restauración ecológica y rewilding, muy detalladas en un artículo reciente de Clémentine Mutillod y colaboradores (2024) que os recomiendo si queréis vislumbrar algo de luz en esta confusión de términos. En este trabajo se consultaron más de 500 estudios para resumir los principios de sendas disciplinas. Así, cuando atendemos a la definición más reciente de restauración ecológica de Gann y colaboradores (2019) nos dicen que son todos aquellos procesos que asisten a la recuperación de un ecosistema degradado, dañado o destruido. Para ello se pretende cambiar la trayectoria de dicho ecosistema hacia otro denominado "ecosistema de referencia" que sea compatible con la situación actual y que permita su adaptación a cambios locales y globales, así como la evolución de sus especies, aspirando a una recuperación sustancial del bioma nativo o al menos de sus funciones ecológicas. En una revisión posterior (2021), Carver y colaboradores, atendiendo a los proyectos de rewilding que se estaban llevando a la práctica, definieron esta disciplina como el proceso de reconstrucción, llevado a cabo después de una perturbación humana, hacia un ecosistema natural mediante la recuperación de cadenas tróficas completas para conseguir un auto-sostenimiento del sistema hacia una biota que debería haber estado presente sin la presencia de la perturbación humana. Vemos que la diferencia fundamental es la asunción o no de un "ecosistema de referencia", o por su comparación con la socioeconomía, tener una planificación mayor del proceso de arriba a abajo (economías socialdemócratas, capitalistas o comunistas planificadas en sus diferentes grados de supervisión) o mayor libertad de los individuos y especies para que se autorregulen (liberalismo capitalista). Esta dicotomía clásica en economía entre el darwinismo social que genera más desigualdad económica pero más libertad individual y la idea socialdemócrata de regular los excesos del capitalismo lo estamos viviendo en tiempo real en el desarrollo de estas disciplinas ecológicas. En este sentido, ambas disciplinas dan importancia a la población local, entendida como la población nativa que ha vivido siempre de los recursos del sistema (ya entraremos en este tema más adelante) y aquí el rewilding tiene una filosofía más abierta para poder incluir en las medidas adoptadas la sabiduría local, lo que denominan TEK (Traditional Ecological Knowledge), siendo la restauración ecológica algo más "académica" en las medidas propuestas.

Otra de las ideas que subyacen en el nuevo enfoque de la renaturalización es dar mucha importancia a la recuperación de cadenas tróficas y la reintroducción de especies clave para conseguirlo, en general grandes herbívoros ya extintos o depredadores. En este planteamiento siempre subyace la idea de recuperar paisajes conectados para el movimiento de grandes mamíferos asumiendo que esto es lo que genera la restauración de procesos ecológicos, algo similar a lo que aún existe en ciertos ecosistemas terrestres con poca intervención humana y algo parecido a lo que debió ser el paisaje del Pleistoceno con la presencia de pocos homínidos cazadores/recolectores, población nativa que convive con la Naturaleza.

Las idealizaciones de paisajes silvestrados que proporcionan los promotores de programas de rewilding contrastan con las recreaciones de paleopaisajes del Plesitoceno inferior en las que suelen aparecer homínidos.

Pasemos a la crítica constructiva y cómo estos planteamientos pudieran afectar al régimen de incendios y sobre todo a algo que, si hacemos caso a los principios de ambas disciplinas, debemos cumplir, que no es otra cosa que las sociedades locales puedan convivir con las perturbaciones que van a generar estos procesos de cambio, entre otras los incendios forestales. Para empezar debemos destacar un artículo también reciente de Kobziar y colaboladores (2024) en el que un grupo amplio de científicos especialistas en ecología del fuego proponen los principios básicos de esta disciplina:

1. El fuego es clave para entender la evolución y la distribución de la vida en la tierra a diferentes escalas temporales y espaciales

2. El fuego integra procesos bióticos y abióticos así como interacciones suelo-agua-planta-atmósfera con lo que es parte esencial de los flujos de energía en los ecosistemas

3. La recurrencia de fuego lleva a una reorganización de los sistemas con lo que un régimen de fuego adecuado genera una dinámica que mejora su estructura, composición y función

4. El comportamiento del fuego y sus efectos son consecuencia de una combinación de procesos deterministas y estocásticos (azar) a diferentes escalas espaciales y temporales

5. Las ideas humanas (cultura en el uso del fuego) y las acciones institucionales (políticas) son claves para definir el régimen de incendios histórico, actual y futuro

Los autores terminan en las conclusiones con una frase que es muy ilustrativa en relación a las semejanzas con las disciplinas que estamos analizando, restauración ecológica vs. rewilding:

"El fuego es y siempre ha sido parte de los sistemas humanos, afectado por valores, decisiones, leyes e intenciones que han condicionado la relación de los humanos con el fuego y las consecuencias ecológicas de estas relaciones. Esta unión de los humanos con los sistemas es imposible de separar y pone en evidencia los lazos que unen la coevolución del fuego y el Homo sapiens y las extensas conexiones culturales entre el fuego y las sociedades humanas que están frecuentemente reflejadas en una duradera sabiduría ecológica de la población indígena"

Esto enlaza también con los Criterios de Gestión Forestal Sostenible (GFS) establecidos por consenso por todos los organismos europeos en el proceso de Helsinki-Lisboa a principios de este siglo:

1. Contribución de los recursos forestales a los ciclos globales de C

2. Mantenimiento de la salud y vitalidad de los ecosistemas forestales

3. Mantenimiento de las funciones productivas de los bosques

4. Mantenimiento, conservación y aumento de la biodiversidad

5. Mantenimiento y adecuado aumento de las funciones de protección

6. Mantenimiento de las funciones socioeconómicas

Estos criterios los suelo recordar en mis clases sobre restauración de ecosistemas porque paradójicamente la presencia del fuego como herramienta cultural y los incendios como perturbación afectan a todos los criterios de GFS y no suele tenerse en cuenta en las medidas adoptadas.

Como veis, es curioso cómo los diferentes enfoques ecológicos y forestales derivan en un enfoque social del problema, de ahí la importancia de denominar como socioecosistemas o sistemas socioecológicos a los sistemas que estamos estudiando para su restauración o renaturalización. Esto choca frontalmente con muchas medidas adoptadas por algunos de estos programas que no solo no tienen en cuenta a la población local sino que en muchos casos es "expulsada" o es incentivada a abandonar sus usos tradicionales para conseguir esos ecosistemas "naturales". Otra paradoja interesante de estos proyectos es el concepto de "indígena" ¿Cómo de cerca del Neolítico tienes que estar para ser considerado indígena o simplemente población local? ¿Son los pastores y ganaderos europeos población indígena? ¿Y los cazadores? ¿Y los recolectores de setas y frutos? Todos siguen cumpliendo la función prehistórica de los cazadores-recolectores o de los asentamientos sedentarios del Neolítico, con los matices tecnológicos actuales por supuesto, pero ¿cómo encaja esto en la restauración ecológica y la renaturalización? ¿Por qué a pesar de que las disciplinas dicen tener en cuenta a la población local en muchos casos no la implican adecuadamente o directamente se prohíbe o regula sus usos tradicionales cuando se considera que perjudican al ecosistema? Todas estas preguntas no tienen una respuesta sencilla y, en mi opinión, parten de la falacia de lo que cada una de ellas considera al "indígena" local. Hacer un programa de restauración o rewilding con la población Sami o con comunidades aisladas de África o Suramérica no puede ser igual que hacerlo con población rural en Europa, donde la ocupación y los cambios de los ecosistemas son mucho más profundos al tener un historia de cambios culturales y civilizaciones más antiguo, así como una población local cada vez más urbanizada con pérdida de sabiduría popular en el uso y aprovechamiento sostenible de los recursos. Precisamente este análisis crítico de los programas de rewilding lo abordan Brown y colaboradores (2024) para Reino Unido (gracias @Ecolandlab por divulgar este artículo) generando diferentes escenarios de renaturalización y centrándose no tanto en las consecuencias ecológicas sino en las potenciales ganancias de servicios ecosistémicos. Concluyen que el abandono de tierras agrarias ofrece un potencial importante de procesos de rewilding pero que no es posible establecer programas de este tipo a largo plazo y en grandes superficies sin un gran acuerdo social, político y económico a escala de país y que tenga especialmente en cuenta las consecuencias de estas acciones en la población local ya que se corre el riesgo de ofrecer estos espacios para una élite urbana deseosa de espacios salvajes.

Como veis sigo en mi línea de ofrecer más preguntas que respuestas para que podamos reflexionar activamente sobre estas cuestiones con muchas aristas y vamos a "abrir otro melón" que me parece cuando menos curioso en la puesta en marcha de estas iniciativas y que tiene fuertes implicaciones en la gestión integrada del fuego. Lo cierto es que, aunque ambas disciplinas, la restauración ecológica y el rewilding, se definen para restaurar o renaturalizar sistemas degradados por los humanos (lo lógico sería abordar programas en áreas agrícolas y urbanas), lo cierto es que parece muy tentador centrarse precisamente en los ecosistemas menos degradados o aquellos que lo van a estar a medio y largo plazo por la ausencia de personas (menos conflicto social) y por la mayor cercanía al ecosistema de referencia (ya sea determinista o autorregulado según la disciplina). Así es habitual que los programas de rewilding se establezcan en áreas de montaña en general bien conservadas en los parámetros actuales (Red Natura). En estas áreas es frecuente la aparición de incendios naturales causados por rayos que, según las directivas de protección civil nacionales y europeas debemos apagarlos, sin embargo, tal como marcarían los procesos de rewilding o los principios de la ecología del fuego ¿deberíamos dejarlos arder? ¿en qué condiciones? Esta pregunta se la suelo hacer al alumnado del Máster de Restauración de Ecosistemas en mi clase de restauración postincendio y las respuestas son tan variadas como las que posiblemente estéis pensando muchos de los lectores/as. Lo cierto es que si somos estrictos en la aplicación de estas disciplinas deberíamos dejar arder muchos de estos incendios o, en caso contrario, deberíamos simularlos nosotros mediante fuegos prescritos con objetivos ecológicos. Este tipo de planteamientos técnicos ya los están haciendo nuestros compañeros de gestión en algunas provincias españolas y encajarían perfectamente con los procesos de rewilding pero ¿la población local está de acuerdo? ¿En qué medida choca este planteamiento con la obligación legal de Protección Civil de apagar todos los incendios? 

Simulación de un incendio natural mediante uso de fuego técnico planificado en una masa de
pino laricio adaptada a incendios causados por rayo (Cuenca, España)

Actualmente dejar arder un incendio tiene difícil encaje legal excepto si conseguimos escaparnos de la definición legal de incendio, esto es, fuego que se propaga sin control por superficie forestal. Por tanto los servicios forestales tendrían que caracterizar sus áreas de incendios naturales y asumir que son "fuegos controlados" o "incendios prescritos" con lo que en caso de que aparezcan los servicios se limitarían a vigilar su evolución pero en teoría deberían dejarlos arder. Esta medida sería incluso deseable en áreas gestionadas por rewilding si verdaderamente las queremos dejar evolucionar bajo criterios de ecología del fuego, como hemos detallado en los principios de esta disciplina. Esta cuidadosa planificación debería ser también compatible con la existencia de corredores y aumento de la conectividad que propone el rewilding, así como la reducción de la gestión forestal y el aumento de necromasa (la denominada madera muerta), como sabemos medidas que dificultan el control de los incendios y que podrían generar aumentos de la severidad que comprometen la resiliencia ecológica de muchos ecosistemas. Tenemos ejemplos interesantes a este respecto en parques nacionales como el incendio de Yellostone de 1988 que se dejó arder porque era un incendio natural causado por rayo pero que tuvieron que actuar los medios de extinción por la alarma social que generaba la magnitud que estaba adquiriendo (más de 300.000 ha) y la cercanía a poblaciones y áreas turísticas afectadas sobre todo por las inmensas columnas de humo. Mucho más cercano el ejemplo del incendio de Zamora, España (2022) causado por rayo pero que tuvo un altísimo impacto socioeconómico.

Incendio de Sierra de la Culebra (Zamora, España, 2022)

Vemos por tanto que para que funcionen los proyectos de rewilding deberían conjugarse diferentes puntos fundamentales que implican consecuencias importantes socioeconómicas y ambientales con un fuerte impacto social, no solo para las poblaciones locales, sino para la población urbana que financia con sus impuestos los servicios de emergencias y la organización de dichos servicios que se podría enfrentar a incendios en estos espacios de comportamiento incierto, al menos durante el proceso de renaturalización que podría durar décadas:

1) Que el proyecto de rewilding que implique la introducción de fauna (grandes herbívoros y predadores) en ecosistemas Mediterráneos debe convivir con incendios naturales en un régimen asumible por la vegetación que sustenta el ecosistema. En caso contrario la posible viabilidad de las poblaciones introducidas se puede ver comprometida en un solo evento en tanto que se recuperan las cadenas tróficas y por tanto haya cierta estabilidad de las poblaciones de fauna. Si evitar estos riesgos implica que apaguemos todos los incendios como estamos haciendo hasta ahora (por cierto con medios públicos), entonces estamos hablando de un "rewilding suave" ya que asumimos que estamos eliminado una perturbación natural del sistema que se antoja imprescindible en ambientes mediterráneos atendiendo a los principios de la ecología del fuego. Este procedimiento sería extensible a incendios de causa humana si el ideal es recuperar un ecosistema parecido al Pleistoceno, ya que no olvidemos que los homínidos que convivían con los grandes herbívoros hace 10.000 años también usaban el fuego para cazar. La perturbación humana del fuego debería ser parte de las perturbaciones del sistema, al menos las derivadas de usos tradicionales (agrarios y forestales).

2) Que se cumplan los principios de ecología del fuego en los programas de rewilding implica, como hemos detallado, la reintroducción del fuego en un régimen adecuado, incidiendo en las consecuencias que ello va a tener en el comportamiento del fuego por razones determinísticas o de azar (cuarto principio de la ecología del fuego). Los cambios en la vegetación consecuencia de la introducción de grandes herbívoros genera trayectorias desconocidas (el rewilding es una disciplina "liberal" sin ecosistema de referencia claro). Sin embargo hay una cuestión que parece evidente y que ya se ha comprobado en diferentes ecosistemas: aunque el resultado final del herbivorismo es el aumento de las superficies abiertas dominadas por pastos el proceso es lento y no siempre lineal, con lo que existe un riesgo temporal importante en el cual podría aumentar la carga de combustibles disponibles (matorral y árboles decrépitos por exceso de herbivoría) en tanto que se estabilicen estos sistemas con dominancia de praderas extensas. Se debería valorar seriamente si estos riesgos son asumibles porque de nuevo podemos entrar en ciclos de degradación si aparecen incendios severos unidos a herbivoría posterior de los animales introducidos. Si para evitar esto manejamos esta fauna volvemos al concepto de "rewilding suave" con mucha intervención que tiene más en común con la restauración ecológica y simplemente con la gestión forestal con objetivos de conservación que se viene ejecutando desde hace décadas en los espacios protegidos.

3) Para que los proyectos de rewilding supongan la inclusión real de la sociedad y la población local y no propuestas sociecológicas con la "boca pequeña" que no sean sospechosos de generar "caballos de Troya" para conseguir el fin último romántico de eliminar a las personas del sistema, deben de incluir medidas claras y manifiestas para que esto no ocurra. A mi entender una de las medias estrella debería ser que el ganado transhumante. el pastorialismo y la ganadería extensiva se debería recuperar allí donde se está perdiendo pera hacerlo compatible con la fauna salvaje. Los paisajes del Pleistoceno o del Neolítico en Europa eran muy intervenidos por los humanos, con lo que si queremos recuperarlos hay que contar con el Homo sapiens, incluida su sabiduría en el uso del fuego (quinto principio de la ecología del fuego)

4) La mayoría (o todos) los proyectos de rewilding implican la ausencia de gestión de recursos forestales, de hecho se incentiva a los propietarios para que los abandonen mediante el pago de compensaciones económicas en muchos casos. Esta decisión que es privada (libertad del propietario) tiene fuertes implicaciones públicas ya que podría comprometer las estrategias de extinción (medios públicos), al menos en tanto que el sistema se estabilice tras décadas de puesta en marcha y realmente veamos esa aparición de discontinuidades que prometen los promotores de estas iniciativas consecencia de la presencia de grandes herbívoros. La decisión de intervenir para apagar incendios en estas áreas no tiene por ahora elección (se deben seguir apagando todos los incendios). Esta aparente paradoja debería obligar a la planificación de fuertes programas de quema prescrita (o en su caso incendios prescritos) para gestionar estas masas que deberían ser compatibles con la regeneración y sostenimiento de las masas bajo criterios de gestión forestal sostenible. De nuevo la paradoja de la extinción unida a la necesidad de gestión forestal para sostener el sistema podría contradecir los principios del rewilding, llegando a un callejón sin salida. 

5) Otra de las medidas estrella de los programas de rewilding es el aumento de conectividad, sobre todo que permita el movimiento de herbívoros y la potencial aparición de carnívoros (en el caso de España estaríamos hablando del lobo y oso) en busca de presas disponibles. De nuevo son medidas que suenan bien pero con fuertes repercusiones en la gestión del fuego (mayor continuidad del paisaje, menos oportunidades para los servicios de extinción) y sobre todo en la compatibilidad con los usos tradicionales y la población local (ganadería extensiva, aprovechamiento forestal de recursos maderables y no maderables). Ya hay mucha experiencia en el norte de España sobre qué conflictos causa la presencia de depredadores salvajes como para intuir que esto sería un problema también en otras zonas donde se quieran establecer programas de rewilding. Por otro lado, también estamos viendo que esta medidas supondrá un cambio cultural importante para toda la población, incluida la urbana, que tendrá que acostumbrarse, al igual que en otros países, a la aparición de fauna potencialmente peligrosa cerca de sus casas o en sus rutas forestales de ecoturismo, implicando por tanto un proceso de educación social para convivir con estos animales. 

Con todo este argumentario quiero destacar que el rewilding, que tendrá en los próximos años un fuerte apoyo de financiación por parte de la UE, debería aplicarse con precaución y con un fuerte consenso social, advirtiendo claramente a la población de los riesgos que implican estas medidas y las consecuencias para los servicios públicos de gestión forestal, cuya implantación va a tardar décadas con alto peligro de colapso de un sistema inestable. Es una disciplina muy atractiva al intelecto urbano porque implica esa "libertad" o búsqueda de la "Naturaleza" que están en el ideario colectivo heredero del romanticismo burgués y el liberalismo económico del siglo XIX que ahora está dominando la puesta en marcha de la economía y por tanto de cómo se estructura la sociedad. Si tenemos la tentación de aplicar esta filosofía a los proyectos de restauración seamos conscientes de las ventajas e inconvenientes y sobre todo de que nadie se sienta engañado (sobre todo la población local) si algo sale mal. 

Según la Wikipedia, el propio Dave Foreman, creador del término rewilding, renunció al camino "moderado" que siguieron sus compañeros en la asociación naturalista Earth First!, se le llegó a acusar de ecoterrorista y tenía planteamientos ecofascistas por criticar la inmigración ilegal y el exceso de población humana que implicaba en realidad un mentalidad ultraconservadora en lo social, preceptos que ahora defiende la ultraderecha, el pleno auge en Europa. Probablemente los ecosistemas y economía pueden ir solas (dejen hacer) pero advertir a la población de los riesgos es un responsabilidad de gobernantes, gestores y promotores de estas iniciativas. Deberíamos atender al principio de Peter en sociología para no aparentar "falsa competencia" en ecología confundiendo medios con fines: la renaturalización puede ser una buena herramienta para conseguir mejoras en la conservación pero presenta los suficientes riesgos como para que no se convierta un fin en sí mismo en la gestión (o ausencia de la misma) de nuestros sistemas socioecológicos.


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