domingo, 9 de abril de 2023

Quemar para evitar incendios ¿Estamos locos?

 Por Fernando Olea

“Si claro, obvio, queman con seguridad una zona para
 que el fuego no tenga donde agarrar.”
 Efectivamente, pero esas acciones tienen fines más amplios,
 y técnicas de preparación y ejecución que convendría fueran 
conocidas por el público en general

Quema Prescrita: Foto @ATBRIF

Es posible que en alguna ocasión hayáis visto personal forestal realizando pequeñas o no tan pequeñas quemas en zonas del monte, tanto zonas arboladas como de matorral. Son las denominadas Quemas PrescritasLa quema prescrita, de manera simple, se puede definir como aquella  actuación en un área preestablecida en la que se usa el fuego de manera planificada, con el fin de dificultar la progresión de un posible incendio, pero también con otros fines ecológicos o económicos. Todo ello perfectamente establecido tanto en sus fines como en su forma de ejecución y época del año; de ahí su adjetivo de “Quema Prescrita” ya que es el tipo de fuego que el/la ingeniero/a de montes, forestal o de medio natural “prescribe” para cumplir los objetivos determinados reduciendo los posibles efectos ecológicos negativos de la actuación.


¿Cómo se ejecuta una quema prescrita?

Como unidad de actuación más simple, podemos tomar una parcela con matorral, en mayor o menor cobertura, situada en la ladera de una elevación del terreno, loma, colina o montaña.

 La técnica de encendido que más se suele utilizar es la denominada “por fajas” perpendiculares a la línea imaginaria que sube la pendiente, y el patrón de quema debería ser siempre a favor del viento, para intentar afectar lo menos posible al suelo, y así, proteger las especies presentes preservando sus raíces y posibles semillas enterradas. Un fuego rápido tendrá un menor impacto sobre la biología de la zona. Las fajas podrán tener una mayor o menor anchura, de dos a cinco metros, en función de la experiencia del personal que realiza la intervención, número de personas y condiciones ambientales. Con la suficiente experiencia, personal para rodear y vigilar el avance, y condiciones de seguridad, podría realizarse con fajas muy anchas o incluso en propagación libre según el comportamiento previsto.

Fuente imagen: Osbodigital.es. Quema prescrita en el ejercicio TREX en Almería en 2019, organizado por el INFOCA. Foto I. Muñoz

Generalmente se empieza en la zona alta de la parcela, realizando una quema de test en forma triangular, más o menos de dos metros de lado, con el fin de confirmar hacia dónde va la llama y en qué zonas se debe comenzar el encendido de la cubierta vegetal. Se suelen encender  las fajas secuencialmente, empezando por la parte que se encuentra más abajo de cada faja. De esta manera, el fuego ira ganando terreno pendiente arriba, y llegará un momento en el que se encuentre con la parte más baja de la faja superior, que ya se ha quemado y no brinda combustible. La zona ya quemada en la parte superior de la ladera impide el avance de la faja inferior con lo que es un método muy seguro que permite controlar muy bien el avance y velocidad del fuego.

La técnica de quema en contra o pendiente abajo, comenzando por la parte alta de la zona a tratar y generalmente en contra del viento y/o pendiente, produce un fuego que avanza mucho más despacio. Podría parecer más seguro  pero su principal inconveniente, es que va a producir un calentamiento excesivo  del suelo, con lo que se verá afectada la regeneración de las plantas, tanto si se produce por semilla como por rebrote de su parte enterrada, ya que el calor produce daños en las partes vivas y bioma del suelo y aumenta la probabilidad de que también se vean afectados los nutrientes disponibles en el suelo.


¿Qué objetivos se buscan al quemar?

Es muy importante que entendáis que este tipo de actuaciones se encuentran perfectamente diseñadas y planificadas mediante el denominado Plan de Quema. El plan de quema debe fijar como primer y más importante punto los objetivos de la quema prescrita. También localizar y delimitar el área, frecuencia y efectos deseados.

El objetivo principal suele ser el preventivo, eliminar material combustible que favorezca la propagación de los incendios; pero también pueden existir objetivos compatibles con la prevención, e igualmente muy legítimos, como la apertura de zonas de pastizal en aquellas zonas donde la baja carga ganadera o de fauna silvestre haya facilitado la progresión del matorral, y, en consecuencia, la perdida de pasto disponible para los herbívoros domésticos o silvestres. 

Fuente imagen: Hembra AURA. Antonio Rivas Salvador/Centro de cría del lince ibérico El Acebuche/OAPN-MITECO

Otro objetivo de gran importancia puede ser la apertura del espacio, eliminando en parte la excesiva frondosidad que puede provocar el matorral. Sus fines pueden ser simplemente ecológicos, para despejar el espacio que necesita cierta parte de la fauna, o bien, este mismo efecto, pero encaminado a la adecuación de las zonas destinadas a especies cinegéticas. Puede ser muy beneficioso mejorar el hábitat de especies como el conejo, que amplía las posibilidades de recuperación de animales en peligro, tales como el lince o el águila imperial, elemento principal de su dieta. Merece mención especial la apertura de espacios para facilitar la floración de plantas como el romero u otras especies de labiadas, que favorezcan la apicultura, generando beneficios económicos y sobre todo de polinización de especies vegetales de todo tipo.

En zonas de matorral envejecido, es precisa la intervención del fuego. Los matorrales mediterráneos, cada quince o veinte años precisan regenerarse, ya que entran en decaimiento, se agostan y precisan renovar el banco de semillas o la partes secas de las plantas mediante el rebote del tallo. El fuego ha sido tradicionalmente un medio para reactivar este estrato vegetal, pero en zonas protegidas,  donde se ha excluido el fuego como herramienta selvícola, paradójicamente se está observando un decaimiento de estos ecosistemas que no hayan sido afectados por incendios forestales en los últimos 20-30 años. Recuperar el fuego como elemento de perturbación natural de forma planificada y controlada se muestra como una buena alternativa para conservar estos ecosistemas.

Como puede deducirse de todo lo expuesto anteriormente, no siempre el fuego es dañino y catastrófico, también puede ser un aliado, tanto del ser humano como de la Naturaleza.


 ¿Cómo se planifican las quemas?

Para realizar esas quemas es necesario elaborar una planificación precisa de cómo se van a realizar. Normalmente éstos serán los puntos tenidos en cuenta:

-      Descripción del área: superficie, orientación, pendiente, tipo de vegetación que se va a quemar – los profesionales forestales conocen una clasificación de las distintas combinaciones de tipos de plantas que responden de forma similar al fuego que llaman Modelos de Combustible –, que junto con las condiciones meteorológicas habituales de la zona que permitan la realización de la quema configuran lo que se denomina “Modelo Forestal de Quema Prescrita”. Estas agrupaciones de tipo de vegetación y ventana meteorológica óptima facilita la planificación de estas quemas y la redacción de los planes de quema.

-        Localización: termino municipal, parroquia, propiedad, vecindario, pistas, caminos y carreteras y otras infraestructuras, puntos críticos y zonas de posibles contingencias.

-    Objetivos por cumplir y comportamiento deseado: los técnicos/as definen de antemano qué características tendrá el fuego, definiendo con la máxima exactitud posibles parámetros tales como la altura de las llamas que se generarán y la velocidad a la que avanzará el fuego.

-     Preparación de la prescripción: definir las condiciones ambientales que deben cumplirse para poder realizar la quema, tales como límites de la temperatura, humedad relativa del aire y viento máximo, denominada "ventana de prescripción". También se define técnica de la quema, por fajas, total, por puntos o mixta. En función de todo ello se determinará la fecha exacta o posibles fechas viables para la ejecución. 

-        Preparación del área: Antes del comienzo de la quema, se realiza una línea perimetral, o faja cortafuego, alrededor de la parcela a tratar, eliminando vegetación, para evitar la propagación del fuego a otras partes del monte. Dependiendo del conocimiento y de las características de la zona, puede ser de mayor o menor entidad.

-       Plan del control: Equipo material y personal necesario, organización del personal por escalas de mando y funciones, posicionamiento del personal durante la quema, definición de zonas de mayor peligro, sistema de comunicación entre mandos y personal operativo, y por último, disponer de un plan de seguridad acorde a la reglamentación laboral en el ámbito de seguridad e higiene en el trabajo.

-     Plan de contingencia: plan para tener previstas con antelación las acciones a seguir en caso de que el fuego se descontrole y se convirtiera en un incendio forestal.

-        Personas e instituciones que pueden ser invitadas a participar en la quema. Puede ser muy conveniente hacer partícipes a los miembros de la comunidad e instituciones en estas quemas, cumpliendo con los requisitos legales y de protocolo.

 El objetivo de toda esta planificación no es otro que el de tener perfectamente previsto todo el desarrollo de la quema, prácticamente minuto a minuto, así como todas aquellas contingencias que pudieran presentarse, diferenciándola de las tradicionales quemas controladas.

Estos trabajos pueden ser realizados en varios días, asignando diariamente una parcela de varias hectáreas. La superficie total tratada, que pueden llegar en España a unas 50 hectáreas aunque lo más habitual es que oscilen entre 1 y 5 ha, puede considerarse una actuación preventiva contra incendios de alta efectividad. Incluso, si la superficie es lo suficientemente extensa, se puede tener la garantía de que el fuego bajará de intensidad y severidad en esa zona, incluso aunque no intervengan los medios humanos de extinción, al menos en los primeros 3-4 años posteriores a la ejecución de la quema prescrita.

Hemos querido transmitir en esta entrada la enorme inquietud que mueve a todos los profesionales relacionados con el monte en todo lo que concierne a la prevención de incendios y la mejora del medio forestal. Queremos hacer patente el profundo estudio, dedicación, ciencia y técnica que se esconde detrás de actuaciones como usar el fuego con distintos objetivos, capitaneados éstos por la lucha contra los incendios forestales de alta intensidad y severidad, donde el uso ordenado y planificado del fuego es uno de los grandes aliados con los que debemos contar.

Fuente https://epyris.es/


Fernando Olea es alumno de 3º Curso del Grado de Ingeniería Forestal 

(ETSI Montes y Medio Natural, Universidad Politécnia de Madrid)

 

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