lunes, 19 de septiembre de 2016

¿Por qué el cambio climático va a generar incendios más grandes y peligrosos?

El cambio climático. Hablamos tanto de él que para cualquier anomalía cotidiana encontramos un culpable rápido y seguro. Rápido porque todo el mundo se sabe ya el nombre y seguro porque "está avalado por la ciencia". Es como si fuera un ente ajeno a nosotros al que culpar de nuestros males. Como cuando los dioses se enfadaban con los humanos y nos mandaban desgracias en forma de inundaciones, plagas y erupciones volcánicas. Pero siento deciros que nada más lejos de la realidad. El cambio climático es un compañero silencioso generado por nuestra ansia de desarrollo económico y que hubiese tenido solución si dicha ansia no fuera superior al sentido común. Sí. El cambio climático es una nueva era, un camino de no retorno porque nosotros, lo humanos, lo hemos querido. Ha sido una elección colectiva. Probablemente la primera elección a escala planetaria de la que, quizás, solo podamos excluir a los miserables de este mundo que bastante tienen con sobrevivir. Y como es lógico, las repercusiones del cambio climático ejercerán un papel importante en la dinámica de los incendios forestales. Por tanto ya no vamos a ser culpables sólo de la mayoría de las causas sino indirectamente de las consecuencias como generadores del cambio en el clima. Nosotros lo hemos querido. Ahora es el momento de explicar qué es lo que hemos elegido para nuestros bosques y sobre todo ¿hay forma de adaptarse a este cambio?

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Mis lectores habituales ya sabéis mucho sobre los incendios forestales, con lo cual os suenan conceptos como el triángulo del fuego y el triángulo del comportamiento del fuego. Como hemos visto en entradas anteriores, estos triángulos no siempre funcionan cuando Jimi Hendrix empieza su actuación, no obstante siguen siendo imprescindibles para entender por qué el cambio climático va a afectar a los incendios forestales. Os pongo aquí una diapositiva que suelo incluir en muchas de mis presentaciones para intentar resumir algunas interacciones:


Hay propuestas muy interesantes para intentar generar escalas de peligrosidad de los incendios tal como existen para terremotos o inundaciones, transformando el triángulo (bidimensional) en un cubo (tridimensional). En este caso  os presento un ejemplo que se desarrolló para la interfaz urbano-forestal y la escala de combustibles es discutible si se quisiera aplicar a zona forestal pero el esquema es muy válido para explicar de lo que hablamos. Esta geometría ayuda entender un poco mejor dónde vamos a estar en las nuevas condiciones esperadas de cambio climático: alta carga de combustible disponible (nivel 4) en condiciones difíciles de meteorología local que interacciona con la topografía para generar situaciones de fuego extremo.

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¿Es esto inevitable? Parece que sí. Los fenómenos meteorológicos extremos van a ser cada vez más frecuentes. Hay discrepancias sobre los valores medios esperados de precipitación en el Mediterráneo que en algunos casos podrían hasta aumentar ("tropicalización" de latitudes medias). No obstante todos los expertos están de acuerdo en que el aumento de temperatura es imparable (incluso con tasas por encima de las previstas). También están de acuerdo en que la frecuencia de episodios extremos (sequías prolongadas, olas de calor, episodios de lluvias torrenciales, etc,) aumentará y con ello la probabilidad de que incendios potencialmente "normales" se conviertan en megaincendios, con comportamientos hasta ahora no conocidos.

¿Y qué ocurrirá con la vegetación? Como visteis en el esquema anterior, las interacciones pueden ser complejas y son los expertos en ecofisiología y fitoclimatología los que nos pueden a ayudar a entenderlas. Por un lado el aumento de temperatura (aun asumiendo que la precipitación no va a cambiar) va a estresar a muchas de nuestras especies, sobre todo a los árboles. Por otro lado incluso podría comenzar un proceso de "reverdecimiento" por aumento de la concentración de CO2. Esto es, las especies más plásticas que sean capaces de vivir con este aumento medio anual de 2-4ºC van a tener más CO2 disponible y por tanto ¡crecerán más!

El estrés en los árboles se puede expresar de diversas maneras y una de las más evidentes es la caída de las hojas o "desfronde". Por tanto vamos a tener árboles con menos hojas en la copa (verdes), probablemente dichas hojas tendrán menos humedad y a su vez aumentará la biomasa de hojas secas en el suelo y en las ramas si los procesos de descomposición no se aceleran en la misma medida. Hay pocos estudios en ecosistemas mediterráneos sobre esta dinámica y por tanto aún es difícil predecir cómo se van a adaptar nuestros bosques o, en su caso, en qué medida van a decaer y finalmente morir o ser sustituidos por otras especies más térmicas.  Por tanto podríamos estar viviendo un proceso de cambio de especies y adaptación a escalas temporales muy cortas. Este podría ser el caso del decaimiento de los alcornoques en todo el suroeste de la península ibérica. También se están observando estos procesos en pinares de pino resinero en meseta castellana (decaimiento de Pinus pinaster) y en pinares de montaña más meridionales como los pinos silvestres en Sierra de Baza y Sierra Nevada.

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La "seca" o el "decaimiento" de estos árboles son lo que denominan los patólogos "enfermedades de etiología compleja", esto es, el estrés sufrido por los árboles los predispone a enfermedades (normalmente hongos patógenos) que finalmente acaban con la muerte del ejemplar o incluso de rodales o bosques enteros. Algo parecido ocurre con las interacciones insectos-clima. Aunque las poblaciones de insectos están acopladas al clima y la planta de la que se alimentan, el cambio climático podría estar alterando estos ciclos aumentando la afectación por plagas en masas aparentemente sanas. Todo ello genera un mosaico de árboles "sanos" aunque estresados, con árboles en decaimiento que presentan gran parte de su copa seca y ejemplares muertos en pie.

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A su vez el matorral que crece bajo copas no está estático. Estas especies son muy competitivas y plásticas, esto es, tienen un rango de vitalidad mayor pudiendo sobrevivir en un rango más amplio de variables térmicas y de estrés hídrico. Van a aprovechar la luz que dejen pasar los árboles estresados y muertos y van a aumentar la biomasa fijada. Resultado: aumentará la carga de combustible vivo bajo las copas. En episodios de sequía extrema estas plantas tienen la capacidad de cerrar sus estomas para no perder agua. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid y en Guadalajara hemos medido humedades mínimas de hoja de jara viva del 35%, en el límite de lo que se considera combustible muerto (30%). Estas mismas plantas presentan humedades en primavera de más del 150% (3/4 de su peso es agua). Lo mismo ocurre con el combustible muerto. En condiciones normales de verano el combustible muerto (hojas, acículas, ramillos, partes muertas de los matorrales) presentan entre un 7% y un 15% de humedad. En cambio estamos midiendo humedades del 3% en condiciones de sequía extrema.

Jara con alto grado de humedad en primavera Fuente
La hoja de jara puede permanecer en verano viva con humedades
 muy bajas, próximas a las de la vegetación seca Fuente

Y todo ello sin contar el problema que tenemos en España y la Europa Mediterránea en general, sobre los cambios de uso del territorio. Si hasta ahora no hay pruebas concluyentes de que el cambio climático está desplazando a las especies (sólo indicios como los que he comentado, pero no pruebas científicas), sí que hay pruebas de que el abandono rural está cambiando la dinámica de las especies forestales. Por tanto vamos a tener más combustibles forestales donde antes eran cultivos agrarios o áreas de pastoreo (pastos, bosques huecos y dehesas).

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La conclusión general de toda esta "chapa" que os estoy dando: en muchos de nuestros bosques vamos a tener más biomasa de combustible, va a estar más disponible (más seca), con masas forestales cada vez más continuas (sin usos agrarios) y sin gestionar (ausencia de selvicultura). Muchas de estas masas tendrán además episodios de plagas y enfermedades recurrentes que generan copas de los árboles en decaimiento o muertas, aumentando el peligro de fuegos de copa extremos. Todo ello con escenarios locales esperados de meteorología extrema: baja humedad relativa, alta temperatura y fuertes rachas de viento en ambientes recalentados y secos tras episodios de sequía. Y además en un contexto en el que la temporada de incendios será cada vez más extensa y que probablemente pasará de estar en alerta sólo en verano a tener peligro de grandes incendios TODO el año. Este cóctel se convierte en molotov en presencia de una fuente de calor, casi siempre humana ¿tienes ahora alguna duda de la nueva era de megaincendios que nos espera?

Pero esto no acaba aquí ¿qué pasa con la recuperación tras los incendios? ¿tendrán nuestras masas capacidad de recuperarse en estas condiciones ¿Podemos revertir este proceso? ¿Podremos adaptarnos a estos cambios? ¿Podemos ayudar a nuestros bosques? Lo dejamos para siguientes posts y si queréis para el debate aquí o en redes sociales. Os espero.



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12 comentarios:

  1. Buen (y necesario) post. Por añadir algo que entra dentro de las escasas posibilidades de gestión en este asunto: si el CC reduce la productividad agrícola será necesario aumentar la superficie cultivada/pastada para a misma demanda de alimentos. Así hasta cierto punto mereceria la pena aprovechar a emplear dicho aumento en generar discontinuidades sobre áreas forestales más susceptibles a sufrir incendios forestales catastróficos.

    Por otra parte el empleo de herramientas y criterios de selccion de especie en repoblación que empleen lógica difusa y análisis de sensibilidad para poder considerar los escenarios probables en uno o varios turnos

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  2. Buen (y necesario) post. Por añadir algo que entra dentro de las escasas posibilidades de gestión en este asunto: si el CC reduce la productividad agrícola será necesario aumentar la superficie cultivada/pastada para a misma demanda de alimentos. Así hasta cierto punto mereceria la pena aprovechar a emplear dicho aumento en generar discontinuidades sobre áreas forestales más susceptibles a sufrir incendios forestales catastróficos.

    Por otra parte el empleo de herramientas y criterios de selccion de especie en repoblación que empleen lógica difusa y análisis de sensibilidad para poder considerar los escenarios probables en uno o varios turnos

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    1. Gracias J. por tu aportación siempre bienvenida. Efectivamente la vuelta a potenciar y recuperar lo extensivo y los usos agrarios en áreas forestales se hace si cabe más prioritario teniendo en cuenta los beneficios que supondría para disminuir la severidad y extensión de los incendios que nos vienen encima. Lo que pasa es que si las políticas siguen por donde hasta ahora, el aumento necesario de la superficie cultivable puede que vaya orientado al amento de la tecnología, por ejemplo aumento de la superficie de invernaderos y de regadíos con goteo donde haya disponibilidad de agua. De nuevo lo forestal y lo extensivo quedaría relegado. Espero que me equivoque.

      En relación a las estrategias para adaptarse al cambio se merece otro post pero ya apuntas varias cosas que sabes que me interesan, sobre todo el uso de lógica difusa ya que nos moveremos constantemente en la incertidumbre y no por ello debemos dejar de tomar decisiones, sino que la planificación debe ser más flexible para adaptarse a lo cambios. También es el momento en el que la ciencia forestal debe apoyarse más que nunca en la genética y otras disciplinas biológicas (ecofisiología, anatomía vegetal, biogeoquímica, metobolómica, etc) ya que son las que nos pueden dar pistas sobre la capacidad (resiliencia) de las especies para soportar los aumentos de temperatura y a su vez proponer ecotipos o incluso clones o mejoras biotecnológicas que ayuden a restaurar zonas en decaimiento, áreas afectadas por plagas y enfermedades, incendios, sequías y en definitiva en pensar en árboles que puedan vivir y regenerarse en el escenario que nos viene encima. A los forestales nos tocaría pensar en la mejor selvicultura (si nos dejan hacerla) para estas masas. Todo un reto que al igual que el cambio climático, debe ser una decisión colectiva: o lo demandamos todos o muchos de nuestros bosques se irán al carajo, probablemente en menos de lo que dura una vida humana. Ya hay muchas evidencias de que no es catastrofismo, es una realidad, y debemos estar actuando YA para adaptarnos.

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    2. Todo esto que dices lo tengo recogido en mi tesis, y en el Mediterráneo no es un futurible, sino que ya esta aquí. Estamos expuestos a la suerte de donde y cuando (condiciones meteorológicas) se produzcan las igniciones. Y estamos viendo ya como se está dando ese cambio en cuanto a especies. Que no se da sólo aqui, hace poco tuve ocasion de ver la regresión y sustitucion de las masas de arbolado en las rocosas, donde se cuantifican en varios millones de ha. Lo dicho, estamos en pleno proceso de cambio.

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    3. Todo esto que dices lo tengo recogido en mi tesis, y en el Mediterráneo no es un futurible, sino que ya esta aquí. Estamos expuestos a la suerte de donde y cuando (condiciones meteorológicas) se produzcan las igniciones. Y estamos viendo ya como se está dando ese cambio en cuanto a especies. Que no se da sólo aqui, hace poco tuve ocasion de ver la regresión y sustitucion de las masas de arbolado en las rocosas, donde se cuantifican en varios millones de ha. Lo dicho, estamos en pleno proceso de cambio.

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    4. Claro que sí, es un cambio silencioso que la sociedad no percibe...pero nuestros bosques sí. Gracias Raúl como siempre por tus aportaciones

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Gracias por tu docencia y aporte continúo. Nos encontramos en una nueva era llamada antropoceno y da la sensación que no se hace nada desde la administración. Tenemos profesionales preparados para actuar pero falta de interés político. Es una sensación de impotencia.
    Un saludo

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Gracias Joaquín, vuestro continuo aliento es mi combustible, como ya sabéis. Efectivamente hacen falta políticos valientes y comprometidos que miren más allá de los 4 años de legislatura. Estamos en un momento social ideal, con un alto nivel de consenso para muchos de los temas que rodean lo que se debe hacer en la gestión del territorio y la gestión forestal para adaptarse al cambio global. Esperemos que estos mensajes calen poco a poco y haya una demanda también de abajo a arriba, esto es, que el político se vea obligado a efectuar esos cambios por demanda social. La labor no es fácil pero es responsabilidad moral de nuestra generación intentarlo ya que somos los primeros que estamos experimentando las consecuencias del cambio climático y de ausencia de usos del terriotrio. Nuestros nietos y tataranietos deben saber que, al menos, lo intentamos...¿y si lo conseguimos? Quiero estar ahí para verlo y sentirme parte del cambio. Prefiero ser optimista para no caer en el inmovilismo. No hacer nada en la gestión forestal para mi no es una opción y en la comunicación de los mensajes igual: los que leemos algo de estos temas y la sociedad nos paga para investigar tenemos la obligación moral de divulgarlo. Por eso me alegran mucho comentarios como el tuyo, porque así no me siento impotente ni que estoy clamando en el desierto. Somos muchos los que pensamos igual. Si sentimos impotencia por no generar cambio en las políticas al menos que no nos hagan sentir impotencia por seguir comunicando lo que creemos correcto. A falta de pan buenos son blogs y comentarios que vayan concienciando ;-) Gracias de nuevo

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  5. Excelente articulo! Sigamos produciendo información y conocimiento de calidad .

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  6. En Perú, nuestros bosques abarcan mas del 60% de nuestro territorio.

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