Ahora que ya no se hieren susceptibilidades porque entrenan fuera de España, podemos hablar de Pep y Mou sin miedo a meternos en jardines de los que difícilmente saldríamos sin algún que otro arañazo. Si la pasión que despierta el fútbol hace decir y hacer barbaridades al más educado, encendiendo sentimientos ocultos que uno creía que no los tenía, las plantas tan sumisas ellas, tan estáticas, tan bien llevadas, tan estéticas, se convierten en devoradoras de todo lo que les rodea si se ven sometidas a suficiente calor, si las llevas la límite, si las haces arder.
A pesar de ello el carácter de cada uno influye en las consecuencias de tus acciones aun estando embebido por la pasión. Nos podemos encontrar en la grada a energúmenos tirando objetos a los jugadores para romperles la cabeza y otros que simplemente dicen UUUUYYY. Podemos encontrar entrenadores con un estilo militar con el que no ha lugar a la discusión y otros más dialogantes. Es fácil encontrar a jugadores que después de una victoria se van a Pachá y otros que lo hagan en la intimidad de sus modestos hogares en La Finca. En definitiva: ¿por qué ante un mismo estímulo nos comportamos diferente? ¿Por qué vivimos nuestra pasión de unas formas tan distintas? Eso mismo nos preguntamos con frecuencia con respecto a la vegetación y al fuego ¿por qué si las plantas tienen básicamente los mismos compuestos químicos arden de forma distinta? Y en el caso de que pudieran elegir ¿les gustaría contener la ira y la pasión por arder, manteniendo la serenidad hasta que finalmente estallan en llamas o preferirían desfogar en un segundo? ¿Preferirían el estilo Pep o el estilo Mou? ¿Podemos cambiar nuestra naturaleza? ¿Y las plantas, arden de diferente manera según las circunstancias o es una propiedad determinada por la evolución y la genética?
El secreto de sus ojos (min 1:21): "Este tipo puede cambiar de todo, pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar...de pasión"
Los estudios de combustión de vegetación en laboratorio muestran que existen diferencias en lo que llamamos "inflamabilidad" de las plantas. Este concepto, que no tiene una definición científica estándar, básicamente alude a la "facilidad de arder" ante una fuente de calor determinada, que incluye el tiempo que tarda en producirse llama y "cómo de rápido" se quema. Para medirlo existen diferentes métodos que consisten en someter a la planta a una fuente de calor y esperar a que se se inflame. Se toman los tiempos de ignición y según el dispositivo que usemos, podemos medir también la rapidez de esa combustión y la energía que se desprende. Todo ello nos da unos valores característicos para cada especie con lo que podemos comparar, clasificar, hacer rankings, etc., de las especies más o menos inflamables.
Ensayo de inflamabilidad de vegetación en laboratorio (Temperatura 850ºC) |
Explicado así sobre el papel la cosa no parece tener más misterio, pero lo cierto es que las plantas, aunque muy quietas por fuera, se empeñan en estar vivas por dentro. Los resultados de una tanda de experimentos con plantas que cogemos del campo y secamos en una estufa para que todas estén sin agua en sus tejidos y así poder comparar la inflamabilidad de las especies estudiadas, puede cambiar radicalmente cuando tenemos en cuenta el contenido de agua de la planta, que en términos técnicos denominamos "contenido de humedad del combustible vivo". Estos experimentos se llevan a cabo con pequeñas muestras recogidas del campo de cada una de las partes de las plantas a estudiar, aunque generalmente se ensayan las partes más finas, que son las que tienen más facilidad para arder. Pero, ¿son aplicables estos resultados a otras escalas? Esto es, ¿arde igual cuando se enfada el corazón de Pep o Mou que Pep o Mou al completo? ¿Reacciona igual ante el fuego la planta completa que un trozo representativo de esa planta? Y es más ¿reacciona igual un espectador viendo el partido desde su casa, que desde un bar o desde el estadio? ¿Reacciona igual una planta aislada que cuando forma parte de un bosque? Por otro lado ¿por qué dos personas radicalmente diferentes pueden reaccionar de forma similar en la pasión de un estadio de fútbol? ¿Dos plantas muy diferentes pueden entonces arder de manera similar durante un incendio?
¿realmente importa algo la diferencia de inflamabilidad entre diferentes especies?
El problema de la escala de trabajo es una de las dificultades más grandes para establecer conclusiones claras sobre cuáles son las plantas más o menos inflamables. Por eso cuando nos preguntan con frecuencia, y sobre todo en esta época de plena campaña de incendios forestales, ¿qué planta arde más? o directamente vemos escrito en algún titular o informe interesado "los pinos arden más que las encinas" "los eucaliptos hacen que haya más incendios" no nos puede dar más que la risa (o reírse por no llorar) porque ese tipo de preguntas no tienen otra respuesta más correcta que un "DEPENDE". Estas afirmaciones que rellenan muchos titulares tienen parte de verdad, pero como todos sabemos, las verdades a medias son las más traicioneras. En igualdad de condiciones controladas de laboratorio podemos asegurar que un pino es más inflamable que un roble, pero ¿y si el roble está enfermo y tiene gran cantidad de su biomasa de hojas muertas o con bajo contenido de humedad? ¿y si el pino está en una magnífica zona de suelos ricos y con disponiblidad de agua?
¿seguro que las frondosas son siempre menos inflamables que las coníferas? Fuente |
En un fuego el calor se transmite de tres formas: por radiación (energía emitida por el frente de llama), por convección (calor transportado por los gases procedentes de la llama) y por conducción (contacto directo entre el material vegetal caliente).
Ensayo de comportamiento del fuego en campo (Temperatura máxima 850ºC)
La fuerte radiación y convección genera la ignición (segundo 14-16)
sin necesidad de que llegue la llama procedente del frente de fuego.
La conducción se transmite entre los troncos que siguen ardiendo después del paso del fuego
Se ha discutido mucho sobre la mayor facilidad de arder de las coníferas en relación con las frondosas por la forma de sus hojas, lo que denominamos "relación superficie-volumen". Las hojas de muchas plantas son largas y estrechas, por tanto tienen mucha superficie exterior en relación a su volumen y muchos puntos de contacto para calentarse, con lo que arden con facilidad ante un foco de calor que las "rodee", esto es, un fluido como la llama o el calor de la convección del humo (todos sabemos que para hacer una fogata si no tenemos acelerante como alcohol o gasolina, hay que prender primero unas ramillas secas, hierbas u hojillas finas).
Hay otras especies de hoja más ancha, con una relación superficie volumen menor, al ser una hoja redondeada que se calienta más lentamente por tener menos superficie de contacto con la llama. Sin embargo y paradójicamente, la energía de la radiación que se transmite por delante del frente de llama, se "choca" con facilidad con esa superficie más ancha que se calienta rápidamente puesto que las hojas en general son muy finas, y finalmente se produce la ignición.
Por tanto algunas plantas serían más susceptibles al contacto con llama y la convección del humo (las de hojas y ramillos estrechos y finos) y otras a la radiación (las de hojas anchas y ramillos gruesos), pero en definitiva ambas tienen bastante facilidad para arder ya que las formas descritas del transporte del calor se producen de manera simultánea en un incendio forestal: TODAS LAS PLANTAS ARDEN.
También se habla mucho sobre la humedad de las partes vivas de coníferas y frondosas, achancando a los pinos su mayor sequedad y por tanto facilidad para arder. Pues esto debemos desmentirlo también. Aunque sí se ha demostrado que en general hay un descenso de humedad de muchas especies arbustivas a lo largo del verano, no es siemre aplicable a los árboles. Existen evidencias de que las oscilaciones de humedad del arbolado durante el verano, tanto de coníferas como de frondosas, no es muy grande y ambos grupos presentan similares contenidos de agua en sus hojas en ambientes mediterráneos que suelen oscilar entre el 70% y el 150% (entre 70 g y 150 g de agua por cada 100 g de materia seca), en función de la zona geográfica, aunque es bastante frecuente una humedad en torno al 100% (misma cantidad de agua que de materia seca). Efectivamente hay bastante consenso en considerar que es la humedad el factor que más determina la inflamabilidad, el factor que más "pesa" para considerar diferencias en la inflamabilidad de las especies. Entonces para comparar diferentes especies de plantas podemos tener dos enfoques bien diferenciados: (1) Comparar diferentes especies con los mismos niveles de humedad para conocer las diferencias entre ellas debidas a otros factores (físicos o químicos) y (2) Realizar muestreos de campo en un zona concreta y llevar a cabo los experimentos a lo largo del tiempo para saber cómo cambian los contenidos de humedad y por tanto la inflamabilidad de las plantas estudiadas. El primer enfoque es más generalista y permitiría hacer clasificaciones y rankings de especies pero siempre tendríamos problemas para saber si es aplicable a un caso concreto en tanto no sepamos los niveles de humedad en el campo de las especies estudiadas. El segundo enfoque es más riguroso pero sería difícil de generalizar puesto que las especies estudiadas podrían comportarse de forma diferente en otras zonas. Con este desarrollo tan sesudo lo que en definitiva quiero expresar es que el concepto de inflamabilidad es relativo y por eso no cabe otra cosa que contextualizar la respuesta a la pregunta ¿qué especie es más inflamable?
No os voy a dejar con la miel en los labios. A pesar de esta duda existencial inherente al carácter de la ciencia existen, cómo no, clasificaciones de inflamabilidad de plantas. Todas ellas son válidas al igual que todos los resultados se circunscriben a la zona de estudio y/o al método empleado para su evaluación que incluye también la escala del ensayo (partícula, planta o conjunto de plantas). Los ensayos a escala real son costosos y difícil de repetir, con lo que la mayoría de las clasificaciones se refieren a "partes de la planta", lo que denominamos "a escala de partícula de combustible", que como hemos comentado comprende muestras de ramillos y hojas finas de menos de 1 cm de diámetro. Por tanto la mayoría de las listas y rankings existentes se refieren a esta pequeña escala. En España la lista más completa corresponde a la monografía que el INIA publicó en 1989 (ya ha llovido). Aunque las diferentes comunidades autónomas que son las competentes en prevención de incendios, han hecho intentos de realizar mapas de inflamabilidad basadas en estas listas u otras generadas posteriormente, lo cierto es que este trabajo, tanto por el número de especies como por su carácter nacional, no ha sido superado.
Actualmente hemos mejorado la metodología para clasificar y caracterizar la inflamabilidad a esta escala, con lo que podría ser el momento de repetir este trabajo para actualizarlo y extenderlo al mayor número de especies posible. Como son difíciles tanto las generalizaciones como las disponibilidades presupuestarias, por ahora parece que no hay más remedio que seguir haciendo estudios ad hoc, orientados a una especie, conjunto de especies o área geográfica. Por ejemplo, la mayoría de los avances de los últimos años en la clasificación de plantas se deben a los problemas de las vegetación ornamental usada en urbanizaciones, ya que se pretende resolver un problema importante en la gestión de los incendios en lo que se denomina interfaz urbano-forestal, esto es, zonas urbanas en contacto con los bosques que se ven afectados por incendios forestales (este concepto lo explicaré mejor en posteriores entradas).
La relatividad es aplicable a muchos aspectos de la vida pero en el caso de la inflamabilidad de la vegetación es, si cabe, más importante. Porque igual que Pep y Mou, igual que un aficionado llevado por la pasión, su forma de arder depende del cómo, el cuándo, el dónde y con quién. Nuestras plantas arden de manera diferente pero no eligen el cómo, cúando y dónde y en muchos de los casos tampoco el "con quién" al estar fuera de su hábitat natural. En nuestra mano está por tanto interpretar correctamente este concepto para no "criminalizar" ni "endiosar" a las especies vegetales, considerando el contexto histórico, cultural, socioeconómico y medioambiental de nuestros ecosistemas.
Ejemplo de lista de inflamabilidad de algunos combustibles del sotobosque (Elvira & Hernando 1989) NOTA: las especies arboreas son de porte arbustivo (frondosas) o se refieren a hojarasca (coníferas) |
La relatividad es aplicable a muchos aspectos de la vida pero en el caso de la inflamabilidad de la vegetación es, si cabe, más importante. Porque igual que Pep y Mou, igual que un aficionado llevado por la pasión, su forma de arder depende del cómo, el cuándo, el dónde y con quién. Nuestras plantas arden de manera diferente pero no eligen el cómo, cúando y dónde y en muchos de los casos tampoco el "con quién" al estar fuera de su hábitat natural. En nuestra mano está por tanto interpretar correctamente este concepto para no "criminalizar" ni "endiosar" a las especies vegetales, considerando el contexto histórico, cultural, socioeconómico y medioambiental de nuestros ecosistemas.
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A especies muy inflamables todo el año añadiria Eucalyptus sp. que sin ser conífera, ni presentar hojas acículares o escuamiformes es altamente inflamable.
ResponderEliminarTienes razón Graciela, es una de las especies que reúne la mayoría de las características que se consideran como favorables para la alta inflamabilidad: bajo tiempo de ignición, alta frecuencia de inflamación y combustión rápida y energética.Eso no quiere decir que provoque los incendios, como piensan algunos...
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