Una realidad estadística poco conocida es que la mayoría de los incendios de copa en masas de pino carrasco (Pinus halepensis Mill.) en el área Mediterránea se producen en la primera quincena de julio ¿Por qué ocurre esto si son días que estadísticamente no son siempre los más calurosos o de condiciones más extremas de sequía?

Fuente: Gobierno de Aragón

Ya hemos hablado en este blog sobre el efecto de los productos químicos y la humedad en el inflamabilidad de las plantas. Ambos se deben a procesos fisiológicos que tienen lugar en la vegetación por su fenología, esto es, en qué estado de desarrollo anual se encuentre la planta (fase de crecimiento, floración, parada vegetativa) o por su estado fisiológico debido diversos tipos de estrés abióticos (sequía) o bióticos (plagas, enfermedades). Hemos hablado también sobre los factores que más determinan la subida de fuego a las copas de los árboles cuando el fuego avanza por superficie: la altura de las ramas vivas del árbol, la intensidad procedente del fuego de superficie y la humedad de las hojas de la copa del árbol. Efectivamente el agua contenida en las hojas vivas de los árboles depende de muchos factores y en las coníferas en general es aproximadamente constante todo el año. Pero cuando miramos la copa del árbol como un combustible también debemos fijarnos en la vegetación muerta que acumula, esto es, sus acículas secas. Las especies de hoja perenne, normalmente presentan una proporción pequeña sobre el total de la biomasa viva y no se suelen tener en cuenta pero ¿y si esa proporción fuera grande? ¿Deberíamos ver la humedad de la copa como la de las acículas vivas o quizás una media ponderada de la humedad de las acículas vivas y muertas? Esta idea ya la están proponiendo varios autores para ajusta mejor las predicciones del comportamiento del fuego, también cuando hablamos de fuegos de superficie que queman matorral con gran proporción de su biomasa muerta.

Aspecto de la copa de pino carrasco la primera quincena de julio
y superficie quemada en masas de esta especie del área Mediterránea española (1968-2015)
Fuente: Balaguer-Romano et al. (2020) usando datos de la GBIF del MITECO

Teniendo estos conceptos en mente, resulta que hay una coincidencia temporal entre la fenología de la copa del pino carrasco y el pico de superficie afectada por incendios de copa en el arco Mediterráneo español ¿puede haber relación causa-efecto? Con el objetivo de ofrecer algo de luz al respecto el doctorando Rodrigo Balaguer dirigido por Rubén Diaz Sierra (@RubenDiazSierra) y Víctor Resco (@rescodedios) pusieron a punto un ejercicio de simulación mediante el cual se caracterizó los cambios en los modelos de combustible por efecto de la fenología de las copas del pino carrasco en cuatro escenarios: (A) primavera (antes de la senescencia de las acículas), (B) verano temprano (durante la senescencia de las acículas, primera quincena de julio, que puede llegar a alcanzar el 20-30% de acícula muerta en copa), (C) verano tardío (tras la caída de las acículas muertas) y (D) otoño. Estas cuatro situaciones contrastadas generan un cambio en la biomasa disponible de las copas y sobre todo en su humedad ponderada. Pues bien, cuando se realizan simulaciones de incendios con diferentes condiciones efectivamente se observa una tendencia a que la situación B (primera quincena de julio) es la situación en la que se producen incendios de copa con mayor probabilidad y en un rango más amplio de velocidad del viento

Velocidad de propagación en función de la velocidad del viento para las cuatro situaciones analizadas. En línea continua se muestra el momento de aparición de fuego de copas. Fuente: Balaguer-Romano et al. (2020)

Estos resultados son preliminares y lógicamente necesitan más estudios de campo para que puedan ser contrastados pero ofrecen una hipótesis plausible que explicaría la importancia de la fenología de las plantas en la aparición de fuegos de copa y por tanto el interés de generar modelos de combustible dinámicos capaces de combinar la estructura y biomasa de los combustibles con su estado fenológico, de estrés y humedad. Todo un reto que sigue estando en la agenda de grupos de investigación en incendios forestales de todo el mundo.

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